La mañana lo obligo a abrigarse un poco más a como de costumbre.
Le cebó el ultimo mate a su esposa, acomodo la pava sobre las hornallas apagadas de la cocina y se despidió.
Recorrió la casa por el costado, casa que construyó en sus horas libres, sacó la bicicleta del fondo y se fue.
La primera pedaleada la sintió pesada pero enseguida tomó impulso.
Saludó a unos vecinos que cruzó y que se dirigían al otro galpón de empaque.
Cada uno en sus bicicletas veteranas y vestiditos fluorecentemente van rumbo a la rutina.
El día no comenzaba todavía, el sol hacia mañas para amanecer.
Él, olfateo la humedad de las chacras, la brisa de la mañana y cruzó por última vez la ruta.